El devenir cotidiano transcurre plácidamente hasta que un día alguien se pone en contacto contigo, recibes un mail de un desconocido pidiendo una entrevista, y a partir de este momento hace acto de presencia, en ese transcurrir diario, una sensación de emoción, sorpresa y, por qué negarlo, halago.
Este año se celebra el cincuentenario del nacimiento de “El Jabato”, un personaje que vivió conmigo como alguien más de la familia. Y de pronto se te agolpan los recuerdos y vuelves a revivir aquellos días y se te pone un nudo en el estómago cuando alguien, que piensas ajeno a ti y, que desconocías de su existencia, te busca, te encuentra, te pregunta y te quedas sin palabras. Te emocionas pensando que muchísima gente, probablemente, también vivió su infancia acompañado de ese mismo personaje, alguien de mi familia, y desea celebrar este evento y te invita de forma y manera que te hace sentir protagonista. Pues no, señores, no es así. Los verdaderos protagonistas de esta fiesta son ustedes, y mi padre Francisco Darnís, creador del dibujo y, por supuesto, los personajes “Jabato”, “Taurus”, “Claudia” y “Fideo de Mileto”.
Permitan me dirija a ustedes en singular, debería hacerlo en plural, pero ciertos sentimientos y vivencias me son difíciles de expresar si no me salen directamente del corazón y éste habla por sí solo y propio y es así como deseo hacerles partícipes de recuerdos y reconocimiento, acepten estas palabras también en nombre de mi madre Rosario Peiró y de mi hermana, Natalia. Confío que tanto ustedes como ellas disculparán mi atrevimiento al personalizar este escrito.
Empezar por agradecer muy sinceramente la oportunidad que nos brinda para celebrar y compartir con ustedes el cincuentenario de “El Jabato”.
Preguntan si tengo información suficiente sobre “El Jabato”, conocimiento de su dimensión artística relativo al personaje y la parte más humana del dibujante: Francisco Darnís, mi padre.
Solo puedo responder así:
Hemos vivido El Jabato como simples hijas del dibujante. Para nosotras, mi madre y mi hermana era el trabajo de nuestro padre y marido. Nada más.
Hace ya muchos años escribí una biografía de mi padre a petición de Francisco Tadeo Juan, editor de la revista Comicguía, no sé si la conocerán y disculpen que lo nombre, pero no quiero desaprovechar la ocasión de agradecerle una vez más su ayuda e interés en el trabajo de mi padre, en nosotras, nuestra situación y en el personaje “El Jabato”, sirva ello también como pequeño homenaje. A partir de esta biografía han salido todas las que han ido publicándose a posteriori, en ella sólo queda reflejado el dibujante como persona, su trabajo, su entorno, su progreso como dibujante hasta llegar a Editorial Bruguera y a crear “El Jabato”. Puedo hablar desde la perspectiva de haber vivido y visto como nacían y aparecían los dibujos sobre el blanco papel. Puedo hablarles de haber leído los escuetos guiones que facilitaba
Mi padre era una persona alegre y muy amante de la música, no en vano había ejercido en su adolescencia de afinador de pianos supongo que era lo más cercano que podía permitirse en este otro mundo artístico. Mi padre trabajaba en casa, nunca había trabajado en la misma editorial como hacían tantos otros dibujantes, en casa tenía su amada y extensa biblioteca, compuesta de enciclopedias y distintas y diversas colecciones de temas curiosos, libros que olían a antiguo, libros hallados en los encantes y tiendas de segunda mano, libros viejos de verdad, libros con las muescas, las marcas, los apuntes de otras manos y otros propietarios. Libros imprescindibles para documentarse rigurosamente siempre que un personaje, una época, una sociedad, un vestuario, un paisaje, fauna, flora, usos, costumbres, ritos, leyendas aparecían en el guión que le facilitaban semana a semana en la editorial; un sencillo guión con una nueva aventura, descripción somera y los comentarios que los personajes pronunciaban y que quedarían reflejados en los bocadillos de las viñetas. A partir de estas letras escritas, aún recuerdo como, con una antigua máquina de escribir, surgían las espectaculares viñetas; era lo que más me fascinaba, de aquel guión sin emoción, carácter o registro mi padre era capaz de darles vida y movimiento, imprimía en todo y cada uno de los trazos de lápiz espacios, paisajes, situaciones, sensaciones, aventuras, emociones, luz, tinieblas, alegrías y tristezas, incluso imprimía tensión, relajo, comprensión, rechazo, camaradería, solidaridad y, por supuesto, los consiguientes antónimos que para algo existían los malos y enemigos a quienes hacer morder el polvo.
Todo esto captaban mis ojos de niña cuando le veía dibujar. Por mis recuerdos y palabras podrán deducir e intuir que Francisco Darnís era un artista, un dibujante, adjudicándole a las palabras todo su universo y significado. En su trabajo era muy meticuloso, detallista, riguroso, fiel y bueno. Es la dimensión humana y también, reivindico, artística de Francisco Darnís como creador que puedo ofrecerles. La bella palabra crear, creación, la asocio a mi padre. “El Jabato” fue un instrumento en sus manos.
Evidentemente, y ciñéndonos a otros estadios artísticos, pueden aportar muchísimo más quienes son estudiosos del mundo del cómic. Ustedes son los verdaderos entendidos. Ustedes son quienes saben y pueden valorar el trabajo y calidad de un dibujante. Ustedes que recuerdan, conservan o coleccionan estos ejemplares, antes llamados tebeos, y que pocas veces merecieron el reconocimiento a su calidad, interés y su función lúdica e incluso, me atrevería a decir, pedagógica en aquellos tiempos.
Curiosa palabra la de “comic”, engloba ella todo un mundo de artistas, magos del dibujo e historias fantásticas. El “comic” posee su propio mundo y sus creadores obtienen y merecen respeto y reconocimiento. Es una verdadera lástima que tantos y tantos dibujantes de la misma época que mi padre no pudieran disfrutar de esta consideración. Se lo merecían.
Reconocimiento y respeto que ustedes les otorgan generosamente. Y es por ello, por su amabilidad, su interés, su esfuerzo, su tenacidad, que deseo, deseamos, agradecerles en nombre de nuestro padre la oportunidad que nos han brindado de poder compartir juntos este cincuentenario.
Gracias a ustedes que logran rescatar del olvido a estos personajes que hace tanto tiempo nos abandonaron y que por obra y gracia suya vuelven a revivir.
Un cordial saludo.
Rosario Peiró
Natalia Darnís
Sílvia Darnís.
Quede patente mi agradecimiento a los autores y artífices de la Revista Trueno y muy especialmente a José Antonio Ortega Anguiano como miembro del comité, él fue quien me animó a escribir el artículo para la revista y que he hecho público y extensivo a todos los admiradores de Darnís y El Jabato.
Mil veces gracias.
13 comentarios:
¡Moltes felicitats! Perdón si está mal escrito, pero yo en la intimidad lo hablo así :P
Además de felicitar al Jabato por su cumpleaños, quiero unirme a la celebración por el recuerdo de tu padre y por aplaudir a tu madre, a tu hermana y a ti, por mantener vivo su recuerdo (que como bien dices se mantiene por todos sus seguidores por su propia valía, sin necesidad de "empujón" ninguno), ya que ha formado parte de la infancia y no tan infancia de todos nosotros y de los que siguieron y de los que vienen y de los que vendrán; y también quiero darte la enhorabuena por esta entrada tan bonita, Embolic, que me ha emocionado.
Felicidades con todo mi cariño y a por otros cincuenta.
Fauviña.
Muchísimas felicidades, Silvia.
Rosario Bago.
Lo tuyo es auténtica suerte. Estar protegida en la infancia por tipos tan poderosos como Taurus, el propio Jabato o el propio Fideo de Mileto, un poeta de los que ya no se ven por ahí.
Felicidades y que la leyenda siga viva otros 50 años más.
Muchísimas gracias por vuestros comentarios. La Editorial tiene prevista una celebración, creo que es en noviembre, donde presentarán un libro homenaje del cincuentenario. Ya tengo ganas de verlo.
Ya iré contando como ha ido todo.
Un especial abrazo a ambos... aunque pueda parecerlo no me olvido de vosotros, os tengo muy presentes.
Enhorabuena por este aniversario que celebramos todos los jabateros, que aunque parezca que no, somos muchos.
Muchísimas gracias, Carlos, por tus amables palabras.
Salvando vidas…
Mi nombre es Luis Antonio, y me siento muy honrado al poder decir que soy el nuevo guionista de la nueva aventura de El Jabato publicada en Octubre de 2008 por Ediciones B, titulada "La Hermandad de la Espada"
Me metí en esto por pura casualidad, y las circunstancias que lo motivaron se remontan a casi 40 años atrás, a aquel día en que mi madre, en uno de esos habituales paseos que dábamos los domingos por la tarde por el centro de Aranda de Duero -ilustre villa que me vio crecer- me compró mi primer Jabato: Mung, el irascible.
No tenía muy claro de qué iba la cosa, ya que las aventuras, al venir en formato de serial, no siempre comenzaban o acababan. Pero cuando un tiempo más tarde mi madre me compró el 109 “Golpe de audacia”, que ese sí empezaba una aventura, supe que quería seguir leyendo esos tebeos.
Y mi madre me los siguió comprando. Semana tras semana. Y yo los devoraba con fruición, y aprendía historia, geografía… y muchas más cosas.
Cometí el error de intercambiar y prestar bastantes, así que años después, cuando en las aburridas tardes de verano me encontraba en el merenderito de la familia, solía subirme al trastero y bajarme las cajas de tebeos donde yacían, como un tesoro escondido, mis muchos jabatos… ¡Pero me faltaban tantos! Y siempre me quedaba con las ganas de saber cómo terminaban las aventuras.
Un día, no hace tanto de eso, se me ocurrió pensar que bien podría emprender la búsqueda de los tebeos que me restaban, y que Internet podría ayudarme. Así lo hice, y durante un par de años, me lié a adquirir cada tebeo, con tal de acabar la “cole”, cosa que logré satisfactoriamente. Así fue como no hace mucho supe que Suragah era una ciudad real, que Tarkiz era un malvado traidor, o cómo aquellos piratas orientales acabaron pescados en unas redes… Y empeñado en ello estaba, cuando Blanca, mi mujer, encontró los clubes de fans de El Jabato y de El Capitán Trueno. Y allí fue donde un simpático muchacho de nombre José Revilla (para mí, cariñosamente, siempre será Josete…) me saludó efusivamente y me envió uno de sus espectaculares dibujos de El Jabato.
Así se fraguó “La Hermandad de la Espada”. Y lo que comenzó siendo un mero entretenimiento, sin mayor ánimo que el de pasar el rato y el de –por qué no- llegado el caso, compartirlo con otros miembros del foro, acabó cuatro años después en manos de la familia Mora-Rodríguez y de Ediciones B. Justamente, Josete dio los primeros pasos, animándose a contactar con la editorial enviándoles el tebeo. Más tarde, yo, por la parte de atrás, y con la cada vez más firme idea de que quien busca encuentra y de que la fe mueve montañas, apoyado incondicionalmente por varios miembros del foro mencionado –especialmente por Elías Bravo, que fue quien facilitó las gestiones- envié el tebeo a Armonía, la mujer de Víctor.
Lo demás, ya lo sabéis, si es que lo habéis adquirido. Parece que gustó a rabiar, y finalmente, la editorial decidió incluirlo en el programa de homenajes.
Lo mencioné en las páginas finales de la hermandad, y lo repito ahora: El Jabato fue MUY IMPORTANTE PARA MÍ, porque me ayudó a ser un niño bueno, un adolescente responsable y un adulto sensato; había niños, por ejemplo, que pasaban sus tardes cerca del río, y lo que comenzó siendo una inocente aventura, la de fumar esos ya no tan inocentes cigarrillos al abrigo de un puente para celebrar la victoria en una pelea contra otra banda, acabó con una vida tétrica en manos de la delincuencia, las drogas y/o el sida. Otros en cambio, como yo, quizá más ingenuos, más pobrecicos, las pasábamos dándole patadas a un balón, jugando al escondite y leyendo los tebeos de nuestros héroes favoritos: Trueno, Jabato, Pumby, Mortadelo…
Quizá para ti y tu familia El Jabato fuera un algo más que el trabajo de un padre cuyo empleo es el de pasar interminables horas ante un tablero de dibujo, fatigado por el estrés y la eterna sensación de que nunca iba a llegar a tiempo para la entrega y la impresión. En eso coincidimos: mi padre era encargado de obras, viajaba mucho y no lo veía tanto como pudiera ser deseable. ¿Podríamos compararnos con la familia de un médico, de un abogado o de un cura? ¿Por qué no?
Pues va a resultar que esta carta bien pudiera ser la de un paciente cuya vida la salvó ese médico con una sensacional operación; la de una persona que a punto estuvo de caer injustamente con sus huesos en la cárcel, y cuya vida cambió drásticamente tras la intervención de un excelente abogado; la de alguien que, desesperado y sin salida, acertó a entrar en una iglesia para buscar un último y lastimero consuelo, escuchando las hermosas palabras del sermón de un sacerdote, y milagrosamente reencontró su camino… O la de un jubilado que se acerca un día a mí para identificarme como el hijo de mi padre, y contarme cómo un lejano día, cuando él más lo necesitaba, se acercó a una obra a pedir trabajo como peón y mi padre, a pesar de no precisar de sus servicios, se lo dio…
El Jabato no fue solamente un tebeo. El Jabato nos ayudó a muchos a conducir adecuadamente nuestras inmaduras vidas. Me ayudó a escoger entre el bien y el mal; entre ser un héroe y un villano; entre emprender un camino constructivo, aunque largo y lleno de penurias, o uno corto y fácil, pero bien lejos de la moral y el respeto por los semejantes.
Si queda algo de noble y bueno en mi carácter, si he sido capaz de sobreponerme a las dificultades de la vida, si he sido diestro para luchar contra la más terrible adversidad -cuando más solo y acorralado me encontraba- y si en lugar de huir presuroso para perderme en la distancia, di la cara y enfrenté el peligro, ha sido en buena parte porque El Jabato –con sus amigos, su espada y su cota de mallas- me imbuyó de ese espíritu luchador e infatigable; me ayudó a discernir entre lo justo y lo indigno; a no dar nada por perdido, y a darme cuenta de que los dioses, por más que aprieten, nunca te ahogarán porque ¿quiénes, si no ellos, forjaron a los héroes?
Me ayudó, en resumidas cuentas, a ser mejor persona.
Por eso puedo proclamar a los cuatro vientos, muy orgulloso, que para mí ha sido un GRAN HONOR haber podido resucitar a El Jabato –con todo lo que ello representa- escribiendo un nuevo guión. Agradezco el respaldo de éstos y aquéllos que, únicamente con su aliento, me ayudaron y ayudasteis a navegar por este mar.
Sólo puedo transmitirte una cosa más: ¡Gracias, Francisco Darnís! ¡Gracias, Víctor Mora! Gracias por haber ayudado a salvar vidas…
Salvando vidas…
Mi nombre es Luis Antonio, y me siento muy honrado al poder decir que soy el nuevo guionista de la nueva aventura de El Jabato publicada en Octubre de 2008 por Ediciones B, titulada "La Hermandad de la Espada"
Me metí en esto por pura casualidad, y las circunstancias que lo motivaron se remontan a casi 40 años atrás, a aquel día en que mi madre, en uno de esos habituales paseos que dábamos los domingos por la tarde por el centro de Aranda de Duero -ilustre villa que me vio crecer- me compró mi primer Jabato: Mung, el irascible.
No tenía muy claro de qué iba la cosa, ya que las aventuras, al venir en formato de serial, no siempre comenzaban o acababan. Pero cuando un tiempo más tarde mi madre me compró el 109 “Golpe de audacia”, que ese sí empezaba una aventura, supe que quería seguir leyendo esos tebeos.
Y mi madre me los siguió comprando. Semana tras semana. Y yo los devoraba con fruición, y aprendía historia, geografía… y muchas más cosas.
Cometí el error de intercambiar y prestar bastantes, así que años después, cuando en las aburridas tardes de verano me encontraba en el merenderito de la familia, solía subirme al trastero y bajarme las cajas de tebeos donde yacían, como un tesoro escondido, mis muchos jabatos… ¡Pero me faltaban tantos! Y siempre me quedaba con las ganas de saber cómo terminaban las aventuras.
Un día, no hace tanto de eso, se me ocurrió pensar que bien podría emprender la búsqueda de los tebeos que me restaban, y que Internet podría ayudarme. Así lo hice, y durante un par de años, me lié a adquirir cada tebeo, con tal de acabar la “cole”, cosa que logré satisfactoriamente. Así fue como no hace mucho supe que Suragah era una ciudad real, que Tarkiz era un malvado traidor, o cómo aquellos piratas orientales acabaron pescados en unas redes… Y empeñado en ello estaba, cuando Blanca, mi mujer, encontró los clubes de fans de El Jabato y de El Capitán Trueno. Y allí fue donde un simpático muchacho de nombre José Revilla (para mí, cariñosamente, siempre será Josete…) me saludó efusivamente y me envió uno de sus espectaculares dibujos de El Jabato.
Así se fraguó “La Hermandad de la Espada”. Y lo que comenzó siendo un mero entretenimiento, sin mayor ánimo que el de pasar el rato y el de –por qué no- llegado el caso, compartirlo con otros miembros del foro, acabó cuatro años después en manos de la familia Mora-Rodríguez y de Ediciones B. Justamente, Josete dio los primeros pasos, animándose a contactar con la editorial enviándoles el tebeo. Más tarde, yo, por la parte de atrás, y con la cada vez más firme idea de que quien busca encuentra y de que la fe mueve montañas, apoyado incondicionalmente por varios miembros del foro mencionado –especialmente por Elías Bravo, que fue quien facilitó las gestiones- envié el tebeo a Armonía, la mujer de Víctor.
Lo demás, ya lo sabéis, si es que lo habéis adquirido. Parece que gustó a rabiar, y finalmente, la editorial decidió incluirlo en el programa de homenajes.
Lo mencioné en las páginas finales de la hermandad, y lo repito ahora: El Jabato fue MUY IMPORTANTE PARA MÍ, porque me ayudó a ser un niño bueno, un adolescente responsable y un adulto sensato; había niños, por ejemplo, que pasaban sus tardes cerca del río, y lo que comenzó siendo una inocente aventura, la de fumar esos ya no tan inocentes cigarrillos al abrigo de un puente para celebrar la victoria en una pelea contra otra banda, acabó con una vida tétrica en manos de la delincuencia, las drogas y/o el sida. Otros en cambio, como yo, quizá más ingenuos, más pobrecicos, las pasábamos dándole patadas a un balón, jugando al escondite y leyendo los tebeos de nuestros héroes favoritos: Trueno, Jabato, Pumby, Mortadelo…
Quizá para ti y tu familia El Jabato fuera un algo más que el trabajo de un padre cuyo empleo es el de pasar interminables horas ante un tablero de dibujo, fatigado por el estrés y la eterna sensación de que nunca iba a llegar a tiempo para la entrega y la impresión. En eso coincidimos: mi padre era encargado de obras, viajaba mucho y no lo veía tanto como pudiera ser deseable. ¿Podríamos compararnos con la familia de un médico, de un abogado o de un cura? ¿Por qué no?
Pues va a resultar que esta carta bien pudiera ser la de un paciente cuya vida la salvó ese médico con una sensacional operación; la de una persona que a punto estuvo de caer injustamente con sus huesos en la cárcel, y cuya vida cambió drásticamente tras la intervención de un excelente abogado; la de alguien que, desesperado y sin salida, acertó a entrar en una iglesia para buscar un último y lastimero consuelo, escuchando las hermosas palabras del sermón de un sacerdote, y milagrosamente reencontró su camino… O la de un jubilado que se acerca un día a mí para identificarme como el hijo de mi padre, y contarme cómo un lejano día, cuando él más lo necesitaba, se acercó a una obra a pedir trabajo como peón y mi padre, a pesar de no precisar de sus servicios, se lo dio…
El Jabato no fue solamente un tebeo. El Jabato nos ayudó a muchos a conducir adecuadamente nuestras inmaduras vidas. Me ayudó a escoger entre el bien y el mal; entre ser un héroe y un villano; entre emprender un camino constructivo, aunque largo y lleno de penurias, o uno corto y fácil, pero bien lejos de la moral y el respeto por los semejantes.
Si queda algo de noble y bueno en mi carácter, si he sido capaz de sobreponerme a las dificultades de la vida, si he sido diestro para luchar contra la más terrible adversidad -cuando más solo y acorralado me encontraba- y si en lugar de huir presuroso para perderme en la distancia, di la cara y enfrenté el peligro, ha sido en buena parte porque El Jabato –con sus amigos, su espada y su cota de mallas- me imbuyó de ese espíritu luchador e infatigable; me ayudó a discernir entre lo justo y lo indigno; a no dar nada por perdido, y a darme cuenta de que los dioses, por más que aprieten, nunca te ahogarán porque ¿quiénes, si no ellos, forjaron a los héroes?
Me ayudó, en resumidas cuentas, a ser mejor persona.
Por eso puedo proclamar a los cuatro vientos, muy orgulloso, que para mí ha sido un GRAN HONOR haber podido resucitar a El Jabato –con todo lo que ello representa- escribiendo un nuevo guión. Agradezco el respaldo de éstos y aquéllos que, únicamente con su aliento, me ayudaron y ayudasteis a navegar por este mar.
Sólo puedo transmitirte una cosa más: ¡Gracias, Francisco Darnís! ¡Gracias, Víctor Mora! Gracias por haber ayudado a salvar vidas…
Pues verás, Silvia,
Me parece que estamos dando la imagen de que Francisco Darnís solo dibujó El Jabato, pero no es así. Dibujó innumerables personajes en muchas colecciones de tebeos, antes de El Jabato. Hizo también cromos y sobre todo, en lo que a mis aficiones se refiere, dibujó uno de los tres personajes de novela popular más famosos de España.
EL ENCAPUCHADO, que con El Coyote de Batet y El Pirata Negro de Provensal, fueron las colecciones de novelas más conocidas por los lectores de los años cuarenta.
Dicho esto, quiero felicitarte por esos sentimientos de amor filial que expones en las líneas que has escrito en memoria de tu padre.
Un fuerte abrzo.
Hola donjorge, un saludo y gracias por tus palabras. Sí, El Encapuchado y El Coyote los recuerdo de niña, no porque yo viera dibujar a mi padre estos personajes pero si haber leído con fruición estas aventuras. Tengo alguna de las novelas por casa guardaditas guardaditas. Eran emocionantes!
Hola Silvia. Gracias a tu padre por hacerme soñar durante años con esos dibujos de El Jabato y gracias a Mora por enseñarme muchas cosas de historia.
Es una lástima que, 50 años despues, la editorial que tiene los originales de tu padre siga y continue editando los originales manipulados y censurados de los años 70. ¿Para cuándo una reedición digna con los cuadernillos apaisados de los años 50-60? creo que es una falta de respeto tanto a tu padre como a Victor Mora.
Deberíamos unirnos y exigir, por escrito, a la editorial una recuperación a TODO COLOR de los auténticos originales de tu padre.
¿Alguno se imagina ver el cuadro de las meninas manipulado? ¿cómo es posible que, entrado ya el siglo XXI no se respete la obra de un autor del calibre de Francísco Darnis?
Cunta con mi apoyo en cualquier iniciativa de este tipo.
Saludos
Antonio Aldana
Si decides hacerlo
Gracias por tus palabras Antonio Aldana, y sí, sería fantástico que decidieran publicar los cuadernillos originales, de hecho estaría bien se editara como una especia de "guía" mostrando los originales y los manipulados, explicando con pelos y detalles en donde metieron mano con la censura. Creo que tendría éxito pues llamaría la atención y sería interesante poder contrastar. Pero me temo que es una empresa harto difícil, no percibí yo en Ediciones B un interés especial en arriesgar publicaciones de esta guisa, ni la que tu propones ni lo que yo sugiero. Es una impresión, nada más, supongo que si surgieran peticiones podrían planteárselo.
Repito mi agradecimiento por pasarte por aquí.
Hola, Silvia. Soy Pedro Porcel, he publicado recientemente un libro que cuenta la historia de todos aquellos cuadernos de aventuras que constituyeron en buena parte el oficio, como tú dices, de tu padre. Se llama "Tragados por el abismo- La historieta de aventuras en España". Como justo tributo a la labor de Francisco Darnís me gustaría mucho hacértelo llegar, ya que habla tanto del Jabato como de todas sus series anteriores, que como señala Don Jorge no son pocas. Al ver tu perfil la página no me deja ver tu correo electrónico. El mío es abuelitogum@hotmail.com Si es posible dime algo, por favor, pues estoy inmerso en un nuevo libro que abarca entre otras cosas las primeras realizaciones de tu padre, de antes de la Guerra, y si no te imposrta me gustaría preguntarte algunas cosas al respecto...
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